Volvamos de nuevo un poco atrás, a la línea
temporal del alcalde. Killian apenas tiene fuerzas para sostener el arma. Desde
su inestable refugio detrás del sillón, ve caer a Izo herido en una pierna y a
Lars desplomarse con un tiro en el pecho. Inmediatamente, escucha al guardaespaldas
incorporarse y recargar la escopeta. También le llega la risa de Gizmo, la
detestable risa del enemigo disfrutando la victoria.
-Nunca me
gustó tu olor, Killian. Ya es hora de borrarlo para siempre.
Gizmo y su guardaespaldas apuntan hacia el sillón
con la intención de vaciar sus cargadores.
En ese momento, un feroz ladrido los
sorprende. Una ráfaga de ametralladora destroza la puerta de la oficina. Izo
cae al suelo con la coraza de metal perforada por un disparo de rifle, y unas
mandíbulas se cierran sobre su garganta. Antes de que Gizmo mueva su mano para
apuntar hacia la puerta, una bala de pistola se la hace pedazos, y varios
perdigones de escopeta le revientan el estómago. El gordo cae de boca sobre su
escritorio, para no moverse más de ahí.
El alcalde ve agradecido la imagen de sus
cinco salvadores, parados frente a él con las armas humeantes. La banda sonora
heroica se intensifica y termina.
- “Que
descanse en piezas”- Suelta Tycho, y el perro subraya su frase con un aullido.
Ayudaron al alcalde a llegar al hospital.
Lars, lamentablemente, murió mucho antes. Albert necesitó unos días más de
absoluto reposo para recuperarse, uno de los cuales la recepcionista del hotel
no le cobró, en agradecimiento por el rescate de su amiga (y, como atención
especial, le dejó quedarse con Albóndiga en la habitación cuanto quisiera).
Natasha, con Ian, Tycho y su mascota por
escolta, pudo conocer un poco más las calles del pueblo chatarra, que lejos de
calmarse empezaban a ponerse más inquietas. El clima posterior a la muerte de
Gizmo estaba lleno de incertidumbre: con el casino inactivo muchos viajeros se
fueron antes de tiempo de la ciudad, pero los que estaban necesitados de
diversión atestaban el bar y las peleas (que tuvieron que redoblar su atractivo:
se volvió frecuente ver al campeón luchar contra escorpiones rad y otros
animales mutantes).
Por otra parte, los bandidos de menor
categoría, que antes no hacían mucho más que juntarse a jugar con cuchillos en
las piezas del fondo del hotel, estaban más atrevidos con la ausencia de Gizmo.
Aun cuando Killian retomó su cargo y encontró reemplazó para el sargento caído,
no le fue fácil controlarlos.
Cuando Albert estuvo lo suficientemente
recuperado, prepararon todo para seguir a El Eje. Killian Darkwater, ya de
nuevo al frente de su almacén, les deseó buena suerte en su viaje a la ciudad
del comercio. Les recomendó mucha precaución, ya que (según le informaban sus
patrullas) el grupo de piratas Khans, hasta hace un tiempo bastante tranquilos,
por alguna razón habían aumentado sus ataques en la zona.
Los viajeros, intercambiando miradas culpables,
se despidieron de él, prometiéndole volver cuando termine su misión. Esa
resultaría una promesa difícil de cumplir.
Tycho, preocupado por las noticias sobre los
piratas, les confirmó su compañía en el camino. El número cinco los animó,
siendo tantos estaban mejor preparados para cruzar los pocos días de desierto
que separaba una ciudad de otra.
Sin mirar atrás, cruzaron el muro de
chatarra que protegía el pueblo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario