CAPÍTULO 19- “Somos los muchachos del Fallout”

   Volvamos de nuevo un poco atrás, a la línea temporal del alcalde. Killian apenas tiene fuerzas para sostener el arma. Desde su inestable refugio detrás del sillón, ve caer a Izo herido en una pierna y a Lars desplomarse con un tiro en el pecho. Inmediatamente, escucha al guardaespaldas incorporarse y recargar la escopeta. También le llega la risa de Gizmo, la detestable risa del enemigo disfrutando la victoria.
-Nunca me gustó tu olor, Killian. Ya es hora de borrarlo para siempre.
   Gizmo y su guardaespaldas apuntan hacia el sillón con la intención de vaciar sus cargadores.
   En ese momento, un feroz ladrido los sorprende. Una ráfaga de ametralladora destroza la puerta de la oficina. Izo cae al suelo con la coraza de metal perforada por un disparo de rifle, y unas mandíbulas se cierran sobre su garganta. Antes de que Gizmo mueva su mano para apuntar hacia la puerta, una bala de pistola se la hace pedazos, y varios perdigones de escopeta le revientan el estómago. El gordo cae de boca sobre su escritorio, para no moverse más de ahí.
   El alcalde ve agradecido la imagen de sus cinco salvadores, parados frente a él con las armas humeantes. La banda sonora heroica se intensifica y termina.
- “Que descanse en piezas”- Suelta Tycho, y el perro subraya su frase con un aullido.
   Ayudaron al alcalde a llegar al hospital. Lars, lamentablemente, murió mucho antes. Albert necesitó unos días más de absoluto reposo para recuperarse, uno de los cuales la recepcionista del hotel no le cobró, en agradecimiento por el rescate de su amiga (y, como atención especial, le dejó quedarse con Albóndiga en la habitación cuanto quisiera).
   Natasha, con Ian, Tycho y su mascota por escolta, pudo conocer un poco más las calles del pueblo chatarra, que lejos de calmarse empezaban a ponerse más inquietas. El clima posterior a la muerte de Gizmo estaba lleno de incertidumbre: con el casino inactivo muchos viajeros se fueron antes de tiempo de la ciudad, pero los que estaban necesitados de diversión atestaban el bar y las peleas (que tuvieron que redoblar su atractivo: se volvió frecuente ver al campeón luchar contra escorpiones rad y otros animales mutantes).
   Por otra parte, los bandidos de menor categoría, que antes no hacían mucho más que juntarse a jugar con cuchillos en las piezas del fondo del hotel, estaban más atrevidos con la ausencia de Gizmo. Aun cuando Killian retomó su cargo y encontró reemplazó para el sargento caído, no le fue fácil controlarlos.
   Cuando Albert estuvo lo suficientemente recuperado, prepararon todo para seguir a El Eje. Killian Darkwater, ya de nuevo al frente de su almacén, les deseó buena suerte en su viaje a la ciudad del comercio. Les recomendó mucha precaución, ya que (según le informaban sus patrullas) el grupo de piratas Khans, hasta hace un tiempo bastante tranquilos, por alguna razón habían aumentado sus ataques en la zona.
   Los viajeros, intercambiando miradas culpables, se despidieron de él, prometiéndole volver cuando termine su misión. Esa resultaría una promesa difícil de cumplir.
   Tycho, preocupado por las noticias sobre los piratas, les confirmó su compañía en el camino. El número cinco los animó, siendo tantos estaban mejor preparados para cruzar los pocos días de desierto que separaba una ciudad de otra.
   Sin mirar atrás, cruzaron el muro de chatarra que protegía el pueblo.

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