CAPÍTULO 5- “Oh, yes, yes, yes, yes, please, talk to Razlo”

   Razlo resultó un hombre más parecido a un artesano que a un médico. Su esposa lo ayudaba en las curaciones de personas y ganado. La casa, fresca y limpia, tenía estantes con diversos frascos, y una pieza, apenas separada con una cortina, de la que se escapan gemidos inquietantes. Mientras se lava las manos en una vasija, les explica lo que sabe del tema: “Los Escorpiones Rad  parecen una versión exageradamente grande de los Pandinus Imperator -una clase de artrópodo de hábitos en general nocturnos- Si su tamaño es fruto de la evolución natural o de la mutación radioactiva, no lo sé…”
   Albert y Tandi tratan de prestarle atención, pero los gemidos detrás de la cortina se intensificaban. Razlo lo nota, y pide a su esposa que se encargue del enfermo. Luego continuó dando cátedra, mostrándoles un dibujo en un pedazo de cuero: “Pero claro, su peligro es el potente veneno que tienen en una bolsa debajo de su cola, y que inyectan con el aguijón en la punta. Jarvis, el hermano de Seth, está ahí atrás sufriendo desde hace días. Si pudiera obtener una buena muestra de veneno, podría desarrollar un antídoto…”.
   Albert, tratando de mostrarse seguro y sin dejar de ver si sus palabras llegan a impresionar a Tandi, promete traerle lo necesario de la cueva de los escorpiones. La propuesta, pareciera, entusiasma más al doctor que a ella.

   Ahora, cambiemos rápidamente de locación, y veamos el ya conocido arco de la entrada: Natasha, por su parte, pone a Seth al tanto de su oferta.
-Les agradecemos su ayuda, extranjeros. Yo puedo indicarles el camino, pero no puedo alejarme mucho de mi puesto. Una vez en la cueva, estarán abandonados a su suerte. ¿Están de acuerdo?
   Luego de un nuevo cambio de entorno y una elipsis temporal, encontramos a Albert y Natasha frente a la entrada de la cueva. Aún es de día, pero en pocas horas la luz del sol dejará de ofrecerles su protección, en caso de escape. Un silencio intranquilo los envuelve cuando se los traga la oscuridad de la caverna.

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