CAPÍTULO 37: “Los Invasores”

    La zona del almacén de agua se parecía bastante a las demás ruinas de Necrópolis. Cuando salieron del subsuelo de la ciudad, recorrieron los callejones entre los edificios, evitando los necrófagos que merodeaban, solos o en grupo. En cada esquina, grandes rostros de piedra los observaban con los ojos y las bocas abiertas: las imponentes esculturas que todavía decoran las paredes.
   Más tarde o más temprano, dan con una avenida que termina en una construcción de mayor tamaño que las otras. Luego de chequear que no haya ningún necrófago a la vista, se arriesgan a exponerse a la luz (ya declinante) que iluminaba esa calle desierta.
   Avanzan pegados a las paredes adornadas de las casas cercanas.
   Casi llegando al almacén ven, sobresaliendo de uno de los muros, una gárgola que se destaca entre las otras. Es una mole más alta que una persona, grotesca pero de alguna forma realista; a diferencia de las otras esculturas que custodian los edificios en ruinas (negras por el humo o descoloridas por la erosión) ésta tiene un parejo tono verdoso, quizás producto del moho o la humedad. Le pasan por al lado, a unos cuantos metros.
   Ninguno, claro, se detiene a analizarla, más preocupados por los invasores que por la crítica de arte de preguerra… pero supongamos que Albóndiga se acerca para investigarlo, rezagándose del grupo. Olfatea a una distancia prudencial, e inclina la cabeza hacia un costado, con desconfianza. Entonces veamos a la mole según el punto de vista del perro: una toma subjetiva en blanco y negro, desde abajo y cada vez más cerca, hasta que la estatua ocupa de a poco toda la visión…  Si bien la postura era la de un centinela (como suele ocurrir con muchas esculturas de los edificios) esta gárgola tenía la enorme cabeza inclinada, y los párpados cerrados. Se ve monstruosa pero no demoníaca: la boca torcida, las orejas pequeñas, la nariz muy ancha, la mandíbula cuadrada, los dientes salientes… todo se ve desproporcionado, inarmónico, muy impropio de la exaltación perfeccionista del estilo reinante.
   En un examen más detenido, se puede apreciar que los músculos de los brazos y el torso (amplios como los de un ogro) si bien son toscos, tienen un gran nivel de detalle; y aunque éstos están desnudos, las gruesas piernas están cubiertas de pantalones y botas que parecen de verdadero cuero, o alguna tela áspera (no muy distinta de su piel rugosa, llena de bultos y cicatrices).
   Entonces notamos, al mismo tiempo que el perro porque estamos viendo a través de sus ojos, una leve sacudida en la nariz grotesca… y enseguida, una violenta exhalación: la supuesta gárgola lanza un ronquido abriendo por completo la monstruosa boca.
  Los tres viajeros se detienen, paralizados, a unos pasos de la entrada del edificio de la bomba de agua. Giran, en una media vuelta perfectamente sincronizada, y abren por completo los ojos, casi al mismo tiempo que el enorme centinela, que se rasca y se despereza despertando de su sueño. Cuando los ve, grita con una voz lenta y cavernosa que se identifiquen, pero ya Albóndiga ha huido hacia los edificios, y sus dueños no tardan en seguir su ejemplo. O casi.
   Cuando Albert deja de correr, bajo la precaria protección de un callejón estrecho, inclina la cabeza y cierra los ojos recuperando el aliento. Percibe cerca la respiración agitada de Ian, que llega puteando en voz no muy baja.
-¡Mierda! ¡Mierda! ¡La puta madre! –Lanza en exclamaciones entrecortadas, mientras espía asomándose apenas por una ventana- ¿¡Me están jodiendo!? ¿Así son los invasores? Esa cosa… esa cosa… ¡pensé que teníamos que bajar otro grupito de mutantes raquíticos! ¡Esa cosa... esa cosa… en un puto super-mutante super-tamaño familiar[1]!
   Albert, incorporándose, lo calla.
-No te pongas histérico; ya lo vimos todos.
  Entonces se da cuenta.
-¿Dónde está Natasha...?





[1]“That thing… That thing… is a fucking super-mutant super extra size”, en el idioma original. La palabra “puto” (aquí utilizada en un sentido no homofóbico) es, lamentablemente, el vocablo más adecuado para una versión castellana rioplatense. En idioma neutro, podríamos haber traducido “fucking” como “jodido”, que es semánticamente análoga (N. del T.)

No hay comentarios:

Publicar un comentario